Entrevista a José Edelstein - Físico teórico, escritor y divulgador científico. Parte I
Hoy entrevistamos a José Edelstein, investigador en Física Teórica en el Instituto Galego de Física de Altas Enerxías (IGFAE), muy conocido entre el público general gracias a su faceta divulgadora, tanto por redes sociales como por libros y actos que a más de uno de seguro que le ha inspirado a estar estudiando esta carrera. Hablaremos de su carrera científica, su investigación y cómo ha compaginado esto con la divulgación. Además, comentará con nosotros su nuevo libro y nos anunciará la nueva gira que realizará a finales de este mes por algunas ciudades de España.
Damos la bienvenida al Blog del Grupo de Estudiantes al gran físico teórico argentino José
Edelstein, muy conocido dentro del mundo popular hispanohablante gracias a su faceta de
comunicador científico, e investigador de renombre dentro de la Física Teórica de Altas
Energías.
En esta primera parte de la entrevista, hablaremos sobre su carrera profesional y sobre cómo
lo ha vivido él desde su persona; y nos contará cómo ha podido sacar adelante dos proyectos
distintos y tan demandantes y con flamante éxito en ambas. Al final de este episodio, nos
anunciará su gira por España con su nuevo espectáculo Universo entre Canciones, entre el 25 y el 31 de octubre. ¡Una experiencia única!
¿Por qué decidiste dedicarte a la investigación?
En la época de la dictadura argentina, mis padres vivieron en Venezuela, por lo que terminé allí la escuela del Bachillerato y tenía que estudiar algo. Era muy bueno en Física y Matemática, así que era evidente que por ahí iban los tiros; pero Venezuela, en ese momento, era un país que tenía muy poca tradición científica: en mi instituto no se hablaba de la posibilidad de ser científico (eso era algo que ocurría en Alemania, Estados Unidos…). Entonces, para mí estuvo claro que tenía que ser ingeniero electrónico, que era lo que me parecía que tenía que hacer una persona que sabía Física y Matemáticas para vivir una vida digna.
Me acuerdo que un compañero mío (que sí estudió química) me preguntó si yo iba a estudiar Física o Matemáticas... me pareció que estaba loco y que de ninguna manera yo iba a hacer algo así.
Así que hice un año de ingeniería electrónica en Venezuela. Luego volvimos a Argentina y allí continué con la ingeniería. Cuando estaba en el cuarto año, que ya había cursado todas las materias que eran casi las mismas que las de Física, me di cuenta de que no quería ser ingeniero.
La materia me iba muy bien, pero ya empezaban algunos profesores a sugerir trabajos en empresas en verano para ir sumando al currículum y yo decía: “pero a mí no me interesa trabajar en ninguna empresa”. Entonces, me di cuenta de que lo que me gustaba a mí era las materias de ingeniería, no la ingeniería en sí. Y, en particular, sentía cierto choque con el espíritu pragmático que veía un poco en los profesores de ingeniería.
Hay un instituto de Física en el sur de Argentina, el Instituto Balseiro, en Bariloche, que en su momento se creó para formar a la élite de lo que iba a ser la industria nuclear en Argentina. Se entra en tercer año con un examen de ingreso, y todo el mundo entra becado.
Bariloche es un lugar muy muy turístico y al cual todos los jóvenes argentinos suelen ir de viaje de egresados, pero yo nunca en mi vida había estado allí. Y, de repente, di el examen, y de un día para otro me encontré con que tenía una beca para irme allí a estudiar Física.
Lo que sí tuve claro (probablemente a partir de la experiencia en ingeniería, aunque también creo que tiene que ver con cómo soy yo) es que quería ser teórico. De hecho, el instituto de Bariloche es especialmente bueno en la parte experimental, porque, como depende de la Comisión de Energía Atómica, está muy bien financiado.
Nunca he vuelto a ver en ningún lugar del mundo la cantidad de dispositivos y de aparatos que teníamos. Yo hice experimentos de resonancia magnética nuclear, en un reactor nuclear… Hice de todo. Era muy muy alucinante… pero siempre me sentí incómodo en el laboratorio; me siento torpe e inseguro a la hora de tomar decisiones en laboratorio y, en cambio, me apasionaba meterme en un libro y estudiar todo el contenido.
Entonces, me fui metiendo por la Física Teórica. Luego, naturalmente la investigación estaba ahí, por supuesto, como una opción de futuro y a mí me gustaba la investigación. Por una parte, me gusta aprender. También descubrir, por supuesto, si uno puede descubrir… Pero los descubrimientos, casi siempre, son pequeñitos. Entonces a mí me da un poco igual si descubro yo, o descubre otro y lo aprendo yo; o sea, lo que yo quiero es aprender cosas nuevas.
También yo tenía la sensación de que la vida de Físico tenía mucho que ver con lo que yo buscaba. Muy diferente a la vida del ingeniero… por lo menos la del ingeniero que se me presentaba a mí en Buenos Aires. Luego, cuando de postdoc estando en Harvard muchos años después, cuando jugaba el fútbol con gente que hacía ingeniería en el MIT y me contaban lo que hacían, decía: “¡ah! Esta ingeniería sí que podría haberme gustado”. Pero en un país como Argentina, casi siempre en grandes dificultades para que haya proyectos realmente desafiantes, un ingeniero hace mucho trabajo de oficina y a mí eso no me interesaba.
¿Has tenido algún momento Eureka en tu carrera como Físico Teórico?
Bueno, momentos de Eurekita. En la actividad actual de investigación, en general, está todo tan especializado que uno casi siempre está trabajando en cosas que son detalles o pies de página… </p>Obviamente tengo algunos resultados en mi carrera que yo creo que son buenos, y me hacen sentir orgulloso de lo que hice. Ahora, estos resultados siempre han sido en colaboraciones; entonces han sido Eurekas colectivos (de al menos dos personas).
El trabajo, creo, más importante de mi carrera es un trabajo que escribí hace un poco más de 12 o 13 años con Juan Martín Maldacena, el líder mundial del campo y compañero mío en Bariloche (tuve la enorme fortuna que me tocara de compañero de carrera). Tenemos un resultado que es, yo creo, la más fuerte demostración de que la teoría de cuerdas es probablemente correcta o que es al menos algo que uno debe atender. Por argumentos teóricos, por supuesto, pero simplemente que si uno quiere buscarle las cosquillas a la gravedad, la teoría de cuerdas parece como una respuesta casi obligatoria para que la teoría sea bien comportada.
Hice trabajos también de los que estoy muy orgulloso, aunque son mucho más técnicos y más complicados de explicar. En mi primer postdoc acá en Santiago de Compostela, en una época en la cual las teorías de gauge supersimétricas estaban muy de moda (por resultados que habían obtenido Seiberg y Witten poco tiempo antes, y que son bellísimos; de lo más lindo que ha habido en la física teórica en las últimas décadas); con Javier Mas y con Marcos Mariño, hicimos cosas muy muy lindas conectando esto con otro campo de la Física que se llama integrabilidad. Luego, con Marcos Mariño y un estudiante de Javier, extendimos eso a teorías topológicas; es decir, teorías, también gauge supersimétricas, pero a las que se les hace una manipulación técnica (twisting) y se las convierte en teorías topológicas.
O sea, yo tengo trabajos ahí que… Algunos son trabajos muy técnicos y muy duros y muy poca gente trabaja en ellos, y no son especialmente los más citados, pero son trabajos bellísimos que están entre los más importantes de mi carrera.
¿Cuál dirías que fue el mayor reto al que te tuviste que enfrentar durante la carrera investigadora?
Yo creo que, en la carrera investigadora en Física Teórica, la supervivencia es el principal reto, porque realmente es muy muy dura la lucha por llegar a una posición estable; es muy muy complicado.
Fue muy estresante. En mi caso, por ejemplo, yo no quería volver a Argentina; tenía claro que quería quedarme fuera. Pero hubo un momento en el que tuve una posición permanente para volver a Argentina, siendo afuera la situación inestable. Tenía dos hijos; entonces, terminé volviendo a Argentina.
Dos meses antes de eso… Ustedes son muy jóvenes, pero en el año 2001, en diciembre, Argentina estuvo al borde de desaparecer como país. Tuvo un colapso institucional y económico total; tuvo cinco presidentes en 2 semanas (nadie quería coger la patata caliente, como dirían aquí). Yo acababa de regresar con dos niños pequeños y mi salario pasó a alcanzar, a duras penas, para pagar la gasolina para llevar a los niños al colegio. Entonces empecé de vuelta a buscar irme y, bueno, hasta que logré conseguirlo por la plaza Ramón y Cajal aquí en Santiago (que terminó ahora en mi plaza de profesor actual), fueron momentos muy muy estresantes.
Uno tiene que estar compitiendo a muy alto nivel. Por supuesto, hay mucha gente que no hace familia hasta que no está estable. Muchas veces eso significa que no hace la familia nunca, ¿no? Es un tema muy muy complicado, especialmente para las mujeres, porque, al final, si quieren tener hijos, la edad fértil… Los postdocs suelen extenderse ya muy habitualmente hasta casi los 40 años, con suerte (si es que no terminas antes quedándote fuera del sistema).
Eso fue, desde luego, el mayor desafío.
Luego, los desafíos científicos siempre son más agradables, porque por más que te choques contra la pared y no te salgan las cosas… En la investigación no suele ocurrir como con Arquímedes, salvo en pocas ocasiones, en las que realmente en un momento Eureka todo se acomodó; sino más bien se van sumando, uno va construyendo cosas… Por lo tanto, dos o tres días de frustración hasta cuando un día salen bien las cosas, y así se va armando la escalera que eventualmente llegará a algún resultado.
¿Cómo fue, entonces, que llegaste a Santiago de Compostela?
En realidad, fue un poco de casualidad. A pesar de que Galicia tiene una conexión tremendamente fuerte con Argentina (Argentina es un país que tiene muchas nacionalidades, y de parte de España, la comunidad más grande es la gallega), yo creo que soy el primero de mi familia, desde el Big Bang, que pisa Galicia.
Yo ni siquiera sabía bien dónde estaba. Había venido a España, a Madrid y Barcelona, y sabía que Andalucía estaba en el sur, pero nunca me había puesto a mirar un mapa de España (y si alguien se burla de esto, le hago preguntas sobre provincias de Argentina y seguro que la va a pasar muy mal).
Ya entonces el departamento de Física de Partículas de Santiago había crecido muy rápido (se originó y a los 5 años tenía prestigio, hizo algunos fichajes muy lujosos), y era un lugar de referencia. Siempre están Madrid y Barcelona como dos lugares enormes, por supuesto, pero luego, yo diría que, en ese momento, en Física Teórica, Santiago de Compostela probablemente era el sitio (junto con un par más, ponle).
Yo estaba casado en ese momento y mi esposa iba a hacer también carrera académica, ella es psicóloga de formación (luego se especializó en psicología evolutiva, psicología del desarrollo). Entonces, era muy importante buscar un país de habla castellana, si no, como mucho, francés o inglés. O sea, yo nunca apliqué a ninguna parte que no fueran países que hablaran estas lenguas.
Y me llegó la posibilidad de venir a Santiago. Yo estaba muy contento porque, como les digo, este lugar tenía mucho prestigio. De hecho, quien me contactó en ese momento era José Labastida, que acababa de escribir un paper con Witten; o sea, venía a trabajar a un lugar muy bueno. Cuando llegué acá, Labastida se había ido al CERN ese año y Javier fue el que me recibió en ese momento.
Marcos Mariño acababa de doctorarse y se estaba yendo fuera. En Navidad, volvió para acá y nos reunimos y hablamos de proyectos para trabajar y fue muy afortunado por mi parte, desde luego, pues es un genio. Lo que hice con él fue absolutamente de lo mejor que he hecho en mi vida. Al final, en esta carrera hay que tener un poco de suerte, y este tipo de encuentros nunca están planeados; ocurren y claro, de forma azarosa.
Una vez que estuve aquí (estuve 3 años), Santiago ya pasó a ser un lugar de referencia para mí. Entonces, volver no es tan raro.
Luego estuve en Harvard… Por supuesto, alguien puede pensar que esto suena como la fábula de Esopo del zorro y las uvas, pero yo no me quedé, y no me hubiera quedado. O sea, no sé qué hubiera pasado si me ofrecían un puesto en Harvard, evidentemente; a uno supongo que le tiemblan las piernas para decir que no. Pero yo creo, honestamente, que diría que no. Para mí siempre fue importante, desde que soy muy pequeño (más pequeño que vosotros) la idea de que mi vida es algo integral; no solamente mi carrera en Física.
Boston es una ciudad mucho más linda para vivir que muchos otros lugares de Estados Unidos, desde luego, (es bastante europea en muchas cosas). Pero es Estados Unidos. Ni siquiera estamos hablando de la época actual, que ya directamente no hace falta ni que explique las razones por las cuales no iría ni loco. Pero aún en ese momento, era una sociedad que a mí me produce mucha distancia, por usar una palabra suave. Harvard era muy lindo, pero es una comunidad muy de lo que hoy se llama expat, ¿no? Muy internacional, muy muy fascinante y, por supuesto, me hubiera quedado 3 años más, sí; a vivir… no.
Sabemos que también eres muy activo en divulgación, ¿por qué decidiste involucrarte en esta faceta?
Yo siempre leí mucho y estaba muy muy metido en el mundillo literario en Buenos Aires, haciendo talleres de literatura, escribiendo y leyendo mucho. Entonces, realmente yo creo que lo que quería ser era escritor.
Entonces, cuando entro en crisis con ingeniería y de alguna manera se abre la pregunta de qué hacer, realmente me planteé si dedicarme a la Literatura o a la Física (afortunadamente, creo que tomé la decisión correcta). Y creo que, si me dediqué a la Física (la respuesta no es muy épica) fue simplemente porque pensaba que para ser escritor había que estudiar letras.
Pero luego le veía la biografía a todos los escritores que me gustaban y nadie había estudiado letras. Entonces, me pregunté: “¿qué hay que hacer?” No lo tenía muy claro. En cambio, la Física estaba muy claro. Y, cuando obtuve la beca para irme a Bariloche, era una autopista que conducía hacia un destino claro.
Luego, a mí me fascinaba mucho un escritor, que ya murió, Ernesto Sabato, que fue Doctor en Física, y que luego dejó la física y se dedicó a la Literatura. También, Nicanor Parra y un montón de escritores eran Físicos y que eso no impidió en lo más mínimo que luego fueran grandes escritores. Entonces, me pareció que, si yo estudiaba física, todavía no cancelaba el otro camino; en cambio de la otra manera era imposible. Por supuesto, la Física es muy técnica y es imposible ser físico aficionado.
Hasta casi los 40 años, di un par de charlas de divulgación alguna vez que me invitaron y, bueno, me daba cuenta de que me iba muy bien, pero nada.
Insisto, 40 años y di dos charlas de divulgación, eso fue todo.
Luego, un amigo muy querido, físico-teórico chileno que empezó a escribir artículos de divulgación, me empezó a contactar, como en 2008, para decirme que escribiéramos algo juntos. Y yo todavía estaba en medio de esta lucha por la supervivencia. Entonces para mí el tiempo era papers, y luego tenía también mis hijos. Entonces le decía: “no tengo tiempo, no tengo tiempo”. Y venía él y me volvía a escribir cada dos o tres meses.
Y en 2008 ocurrió un hecho que cambió mi vida, que fue cuando vino Hawking aquí a Santiago de Compostela.
Yo estuve medio a cargo de esa visita. Fue una semana de locura y de la cual yo salí transformado. Entre otras cosas, porque esa semana fue… Yo acá era un extranjero: investigando todo el día, mis amigos eran los postdocs o los miembros del grupo, y tenía muy poco vínculo realmente con la vida…
La visita de Hawking fue una enorme exposición mediática y de todo tipo. Y cuando se fue, de
repente tuve un montón de amistades; muchas en el mundo de la cultura gallega, ¿no? De la
música, de la literatura…
Y, en esas, mi amigo por enésima vez me dice, “oye escribamos algo juntos”. Y por una anécdota muy divertida con una periodista gallega a la que le conté la historia de Dirac y el descubrimiento de la antimateria, me di cuenta de que tenía una historia para contar y entonces le dije: “bueno, dale, hagámoslo”.
Escribimos un texto que titulamos Antimateria, magia y poesía, y lo publicamos en una revista chilena en la que él publicaba regularmente.
Me gustó, obviamente, me encantó la experiencia. Yo sabía que eso era, siempre digo, como la manzana de Adán y Eva; si yo probaba ese fruto, era mi perdición, porque sabía que me iba a gustar. Entonces, bueno, por una parte, empezamos a escribir algún que otro artículo. En principio no muy seguidos, una vez cada tanto. Pero luego justo acá se crea el CPAN (el Centro Nacional de Física Partículas, Astroparticulas y Nuclear) que sacó un concurso de divulgación y presento el texto (El de Antimateria, magia y poesía).
Ganamos.
Ganamos y el premio incluía la publicación del artículo en una revista que se llama Métoda, de la Universidad de Valencia, una revista profesional de divulgación de mucha calidad.
Lo hicieron con un artículo y una obra de una pintora, entonces tardó unos meses en editarse. Y de repente sale un premio acá de la Fecyt, de divulgación científica, ya no de física de partículas, sino de todo, y la condición era que fuera un artículo publicado en España. Bueno, yo pregunté: “miren, este artículo fue publicado antes en Chile”, y me dijeron que no había ningún problema. Así que lo presenté y volvimos a ganar.
Luego, el premio del CPAN, creo que, de las primeras seis ediciones, lo ganamos cinco veces nosotros.
Básicamente, habiendo un feedback extremadamente positivo de lo que escribía… Y empiezo a dar charlas, pasa la misma historia. Entonces, empieza naturalmente a crecer esa parte de mi actividad.
También, me estabilizo como profesor en la Universidad de Santiago. Sigo trabajando en investigación, pero ya sin estar con el estrés de que me juego las habichuelas cada día.
Entonces, con Andrés Gomberoff, en un momento tenemos acumulados un montón de artículos. Y acá, en la editorial de Santiago, quieren sacar una colección de divulgación científica y nos piden escribir el primer volumen a nosotros con una recopilación de artículos.
Lo hacemos; el libro gana el premio Nacional de Edición Universitaria… No sé, empiezan a pasar cosas que hacen que… Empiezo a encontrarme, con mucho placer y gran sorpresa, con escritores admirados, que de repente me dicen cosas muy lindas sobre las cosas que escribo.
Yo tenía dos mochilas que había dejado aparcadas, una era ser el número 10 de River Plate (pero esa lamentablemente por un tema de edad ya está cancelada), y estaba esta otra. La vida es larga, si uno tiene suerte, y me encanta que, en esta segunda mitad de la vida, de alguna manera, pueda cumplir con las dos cosas que yo quería hacer, ¿no?
Obviamente, el día tiene 24 horas… La famosa sábana corta: si uno se cubre la cabeza, se descubre los pies y viceversa. Entonces, hay que estar jugando permanentemente, haciendo malabarismos con eso. Pero bueno, la vida es una sola y yo tengo claro que hay cosas que quiero hacer.
Ahora mismo acabo de sacar un libro, la semana pasada aquí en España [a finales de septiembre del 2025], mi primer libro solo, que se llama 13 maneras de mirar el cielo. Espero que todos los estudiantes de Física de España lo lean… Van a encontrarlo muy inspirador. Yo creo que es un libro muy bonito y que gira en torno a la idea del cielo como palimpsesto.
El palimpsesto es un texto que se escribe en capas, y el cielo, como todos los físicos sabemos, cuanto más lejos, más antiguo; por lo tanto, literalmente, el cielo está sobrescrito en capas. La idea es explorar todas las formas de mirar el cielo. Todas las que se me ocurrieron, por lo menos, para este primer volumen; que incluyen también la de ir a conquistar el cielo. Hay un artículo que me llega muy al corazón, que tiene que ver con una pequeña interacción que tuve con Neil Armstrong antes de que muriera y que está incluida en el libro. Y luego hay otro que tiene que ver con Hawking; quien yo creo que es el mejor ejemplo de la posibilidad de conquistar el cielo en el interior de la cabeza, sin ni siquiera levantar la vista. Para un físico teórico es algo que está muy en el corazón, porque al final es lo que hacemos: nosotros, sí, miramos lo que los telescopios nos dicen, pero estamos más atentos a veces a la consistencia en el papel de las teorías.
Luego va a salir otro, creo que en diciembre aquí en España, La tiranía del azar, con Gomberoff, el tercero que escribimos juntos; en este caso, por los 100 años de la mecánica cuántica. Y bueno, súper contento con cómo quedó. También creo que es un libro que van a disfrutar mucho. Es para el público general, pero creo que son libros que van a disfrutar mucho los estudiantes de Física porque tiene un recorrido por la historia y las ideas de la cuántica, que en general en la carrera uno no ve, porque no puedes perder tiempo contando las idas y vueltas y las dudas. Para este libro, leímos todos los textos originales, las cartas, y demás; y es completamente fascinante ver el nivel de confusión que tenían casi todos en ese momento. Para algunos nombres tan importantes como Niels Bohr, era prácticamente todo confusión. Otros como Paul Dirac… Te das cuenta de que, de algún modo, es el que más claro tenía las cosas o el que era el más lógico para razonar.
Es muy impresionante el desarrollo de la cuántica y centramos el libro sobre todo en el papel del azar en la ciencia. Así que al que tenga también gustos por la Filosofía creo que le va a gustar. La mecánica cuántica, como seguramente todos los que lean esta entrevista saben, pone al azar en el corazón de la naturaleza. El azar deja de ser algo que se debe a nuestra ignorancia y se vuelve inherente a la naturaleza, inevitable; lo cual entra de una manera interesante con el debate del libre albedrío, del determinismo… Eso está muy muy comentado. También hay una parte importante del libro dedicado a las tecnologías cuánticas, que es algo raro de encontrar… En un pie de página se cuenta, por ejemplo, cómo se hace la teletransportación cuántica, que es algo que para el lector común… (Por eso lo pusimos en un pie de página).
En fin, ahora disfruto mucho de eso.
Y luego, tengo otra faceta. A mí siempre me interesa el arte en general. Creo que puedo escribir razonablemente bien, pero obviamente no puedo pintar, ni hacer diseño textil, y soy un pésimo músico. Pero, de repente, la vida me ha dado la posibilidad de asociarme a músicos, diseñadores textiles, artistas visuales… y hacer cosas juntos. De repente, me encuentro ahora que he escrito canciones, he escrito textos de obra de teatro, he participado en el diseño de ropa… Esas cosas muy muy locas y muy entretenidas.
Aprovecho para hacer ahora la publicidad. Con un par de músicas (una de ellas mi hermana)
tenemos un espectáculo que se llama Universo Entre Canciones, en el cual combinamos la
narración del Cosmos en el tono en el que yo escribo habitualmente, con canciones (todas
compuestas por nosotros) y vamos a estar de gira por España del 25 al 31 de octubre. Vamos a
estar en Madrid el 25, en Mallorca el 27, Barcelona el 28, en Logroño el 30 y en A Coruña el 31
[de octubre]. Espero verlos a todos allí… [En el link de los enlaces recomendados tenéis más
información, para los que estén interesados]
Eso, y una colaboración, sobre todo, que he hecho con una artista argentina, que vive en México y que es artista visual. También llevamos muchos años hablando de física y de arte, y ella crea obras a partir de lo que hablamos. Una obra, para mí, fascinante. En fin, intento disfrutar este ticket, único ticket, que uno tiene en la vida y que no se repite.
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Hasta aquí la primera parte de la entrevista. Próximamente, subiremos el resto de conversación que tuvimos con José Edelstein y en la que tocamos temas filosóficos profundos y nos asomamos un poquito a su trabajo de investigación actual.